
Cómo sobrevivir (y hasta reírse) de la crisis postvacacional
Última semana de agosto. Llegas de la playa con arena aún en la mochila, de la montaña con botas que huelen a gloria y cansancio, o de la hamaca con un máster en siestas largas… y, de repente, zas: vuelta al trabajo. El temido síndrome postvacacional. Ese momento en el que te preguntas si de verdad fuiste tan ingenuo de creer que las vacaciones eran para siempre.
Tranquilo, no eres el único. Según los expertos, la mayoría de las personas pasa por un bajón emocional y físico al reincorporarse a la rutina. Sí, es real: cansancio, apatía, falta de concentración e incluso la sensación de que el despertador te odia personalmente. Pero no es un mal incurable, y hasta tiene remedio.
1. Hazlo a tu ritmo (aunque sea con café en vena)
Pretender volver de cero a cien es imposible. Ni tú eres un robot, ni tu jefe un hada madrina. Arranca despacio, organiza tus tareas y prioriza lo importante. Y recuerda: el correo electrónico se ordena, tu paz mental no.
2. Recupera horarios sin dramas
Vale, has estado comiendo a las 16:00 y cenando a las 23:00 durante semanas. Es normal. Pero volver a un ritmo más estable ayuda al cuerpo y a la cabeza. Eso sí, hazlo progresivo: pasar de “paella tardía” a “ensalada exprés en la oficina” en un día es receta para el caos.
3. No entierres del todo las vacaciones
Las vacaciones no son un unicornio que aparece una vez al año. Planifica pequeñas escapadas, salidas de fin de semana o incluso cenas con amigos. Tener algo en el horizonte mantiene vivo el espíritu playero.
4. Mueve el cuerpo (no solo de la cama al sofá)
El ejercicio es medicina contra la apatía. No hablamos de correr un maratón mañana, pero sí de salir a caminar, nadar o bailar como si aún estuvieras en las fiestas del pueblo. El cuerpo se activa, y la cabeza también.
5. Sé amable contigo mismo
Esto no es una guerra. No hace falta fingir entusiasmo desbordante ni convertirte en el empleado del mes en tu primera semana de vuelta. Respira, acepta que cuesta, y date permiso para ir encontrando tu ritmo.
En el fondo, la crisis postvacacional es la señal de que disfrutaste de tus vacaciones como debías. Y eso ya es un motivo para sonreír. Así que sí, agosto se acaba, pero septiembre también puede ser una buena aventura.