
Enfermedad celiaca: visibilizar, entender y apoyar.
Una fecha necesaria para una condición invisible
Cada 16 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Enfermedad Celíaca, una jornada clave para visibilizar esta enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo, muchas de ellas aún sin diagnóstico. Lejos de ser una simple intolerancia, la celiaquía es una patología autoinmune que requiere un compromiso total con la salud y con el entorno social, educativo y familiar de quien la padece.
¿Qué es la enfermedad celíaca?
La enfermedad celíaca es una patología autoinmune que se activa por la ingesta de gluten (una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno). Cuando una persona celíaca consume gluten, su sistema inmunológico reacciona atacando el intestino delgado, provocando daños en las vellosidades intestinales e impidiendo la correcta absorción de nutrientes.
Esto puede derivar en múltiples síntomas: dolor abdominal, diarreas crónicas, anemia, fatiga, pérdida de peso, dermatitis herpetiforme, e incluso problemas neurológicos o de fertilidad. Además, en algunos casos se presenta de forma silenciosa, sin síntomas evidentes, dificultando su diagnóstico precoz.
Según estudios recientes, se estima que 1 de cada 100 personas es celíaca, aunque entre el 75% y el 85% aún no está diagnosticada. La cifra puede variar según la región y el acceso al sistema sanitario.
Una dieta sin gluten no es una moda: es una necesidad
En los últimos años ha proliferado el consumo de productos sin gluten entre personas no celíacas, lo que ha generado una peligrosa banalización del problema. Para una persona celíaca, comer sin gluten no es una opción dietética, sino un tratamiento obligatorio. No seguir la dieta estricta y de por vida puede desencadenar daños intestinales graves, malnutrición y complicaciones asociadas, como enfermedades autoinmunes o incluso linfomas intestinales.
El gluten puede estar presente en alimentos de forma directa (pan, pasta, bollería) o como traza en productos envasados, embutidos, salsas, medicamentos, suplementos o cosméticos. Esto implica un control exhaustivo en la vida diaria que muchas veces se traduce en estrés, exclusión social, problemas en entornos laborales y escolares, y sobrecostes económicos.
Avances y reivindicaciones actuales
Gracias al trabajo de asociaciones de pacientes, profesionales sanitarios y organismos internacionales, en los últimos años se ha conseguido:
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Aumentar el diagnóstico precoz a través de cribados más eficientes.
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Mejorar el etiquetado de productos alimentarios para identificar el gluten.
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Promover la formación de profesionales en restauración y hostelería.
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Establecer protocolos médicos más completos para seguimiento y control.
Sin embargo, aún quedan retos importantes. Las asociaciones de personas celíacas exigen:
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Apoyo económico para costear la dieta sin gluten, que puede ser entre un 300% y 500% más cara.
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Mayor control en hostelería, para evitar contaminaciones cruzadas.
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Campañas de sensibilización para combatir el desconocimiento y estigma.
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Educación alimentaria en las escuelas para integrar a los menores celíacos desde la infancia.
Desde el punto de vista médico
Desde la medicina familiar y de atención primaria, es fundamental mantener un alto índice de sospecha clínica, sobre todo en pacientes con síntomas digestivos persistentes, anemia sin causa aparente, trastornos autoinmunes asociados (diabetes tipo 1, tiroiditis) o antecedentes familiares.
El diagnóstico se realiza mediante análisis serológicos específicos (anticuerpos antitransglutaminasa y antiendomisio) y confirmación por biopsia intestinal. Una vez diagnosticada, el único tratamiento efectivo es una dieta estricta sin gluten de por vida, que permite recuperar las vellosidades intestinales y llevar una vida normal.
Es también esencial el seguimiento anual con controles nutricionales, evaluación de posibles carencias de hierro, vitamina D, calcio, ácido fólico y vitamina B12, así como la detección de otras enfermedades autoinmunes asociadas.
Desde Central Médica recomendamos a la población que no se automedique ni se autodiagnostique. Eliminar el gluten sin supervisión médica puede dificultar el diagnóstico definitivo y provocar déficits innecesarios. Ante la sospecha de celiaquía, consulta con tu equipo médico. Un diagnóstico a tiempo cambia la vida.
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