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Aire acondicionado para dormir ¿Es una buena idea?

Dormir con el aire acondicionado: consecuencias negativas para tu salud y cómo minimizarlas

El verano, especialmente en zonas cálidas de Canarias, convierte al aire acondicionado en un aliado imprescindible para conciliar el sueño. Sin embargo, utilizarlo durante la noche no está exento de consecuencias negativas para la salud. Dormir con el aire acondicionado encendido puede generar un abanico de problemas respiratorios, musculares y dermatológicos que, a largo plazo, comprometen nuestro bienestar. A continuación, analizamos en profundidad sus efectos y, en caso de que no quede más remedio que utilizarlo, explicamos cómo reducir su impacto.

Efectos negativos de dormir con el aire acondicionado encendido

1. Sequedad en las vías respiratorias

El aire acondicionado reduce la humedad relativa del ambiente. Al dormir, respiramos durante horas un aire más seco de lo recomendable, lo que provoca irritación en la mucosa nasal, garganta y tráquea. Esta sequedad disminuye la capacidad natural de las vías respiratorias para filtrar gérmenes, aumentando el riesgo de infecciones.

2. Congestión nasal y rinitis

El contraste térmico entre el aire frío y la temperatura corporal puede inflamar la mucosa nasal, generando rinitis, congestión y sensación de nariz tapada al despertar. En personas con alergias respiratorias, esta condición puede empeorar, incluso desencadenando crisis asmáticas.

3. Aparición de resfriados de verano

Aunque el frío en sí mismo no provoca resfriados, dormir expuesto a corrientes directas de aire frío debilita la respuesta inmunitaria local, facilitando que virus y bacterias se instalen en las vías respiratorias. Esto explica la alta incidencia de “resfriados de verano” en personas que usan aire acondicionado por la noche.

4. Dolores musculares y contracturas

Dormir en un ambiente frío y con flujo de aire directo sobre el cuerpo puede provocar rigidez muscular y contracturas, especialmente en cuello y espalda. Esto es debido a que la musculatura reacciona tensándose para conservar el calor corporal, algo que, mantenido durante horas, genera dolor y pérdida de movilidad al despertar.

5. Irritación ocular

El aire seco y frío puede evaporar más rápidamente la película lagrimal que protege la superficie ocular, causando picor, enrojecimiento y sensación de arenilla. Este efecto es más acusado en personas que usan lentes de contacto.

6. Afecciones dermatológicas

La sequedad ambiental provocada por el aire acondicionado también afecta a la piel, deshidratándola y favoreciendo la aparición de descamación, eccemas o brotes de dermatitis en personas predispuestas.

7. Infecciones respiratorias y proliferación de bacterias

Un aparato de aire acondicionado mal mantenido acumula polvo, polen, hongos y bacterias en sus filtros y conductos. Al encenderlo, estos contaminantes se dispersan en el aire, aumentando el riesgo de infecciones respiratorias, bronquitis o neumonías.

8. Alteración de la calidad del sueño

Aunque dormir con una temperatura agradable puede facilitar la conciliación inicial, un frío excesivo o cambios bruscos de temperatura durante la noche pueden fragmentar las fases del sueño, provocando microdespertares y reduciendo la calidad del descanso.


Si no queda más remedio: cómo minimizar el impacto

Si las altas temperaturas obligan a dormir con el aire acondicionado encendido, es posible reducir los riesgos siguiendo estas recomendaciones:

  1. Temperatura moderada
    Ajusta el aire acondicionado entre 24 y 26 °C. Temperaturas más bajas aumentan el riesgo de enfriamiento y sequedad.

  2. Evitar el flujo directo sobre el cuerpo
    Orienta las lamas o difusores para que el aire circule hacia el techo o las paredes, nunca directamente hacia la cama.

  3. Usar modo “sleep” o programador
    Configura el modo nocturno o temporizador para que el aparato se apague o eleve la temperatura después de las primeras horas de sueño.

  4. Mantener la humedad ambiental
    Si es posible, utiliza un humidificador o coloca un recipiente con agua en la habitación para contrarrestar la sequedad ambiental. La humedad ideal ronda el 40-60 %.

  5. Mantenimiento periódico
    Limpia y desinfecta los filtros y conductos cada pocas semanas en temporada de uso. Esto reduce la acumulación de polvo, hongos y bacterias.

  6. Aislamiento térmico
    Baja persianas y usa cortinas térmicas para que la habitación conserve el frescor durante más tiempo sin necesidad de usar el aire toda la noche.

  7. Vestimenta y ropa de cama adecuadas
    Utiliza sábanas de algodón transpirables y ropa ligera, evitando cubrirse excesivamente para no sudar y luego enfriarse.


Conclusión médica

El aire acondicionado es una herramienta útil para sobrellevar las noches calurosas, pero su uso inadecuado puede desencadenar una cadena de problemas respiratorios, musculares y cutáneos. La clave está en la moderación, el mantenimiento y la prevención: temperaturas templadas, humedad controlada y ausencia de corrientes directas sobre el cuerpo. Si se siguen estas pautas, se podrá descansar mejor y sin comprometer la salud, incluso en los veranos más intensos.

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