El uñero, conocido médicamente como paroniquia, es una de las afecciones más frecuentes en manos y pies. Se manifiesta como una inflamación dolorosa que afecta al borde de la uña, generalmente por la entrada de bacterias a través de pequeñas heridas o microtraumatismos. Aunque puede parecer una dolencia menor, su evolución puede ser muy incómoda y, en algunos casos, derivar en complicaciones que requieren intervención profesional.

La realidad clínica nos demuestra que un uñero rara vez aparece de golpe. Suele iniciarse con una molestia leve, una leve rojez o sensación de pinchazo junto al borde de la uña. Poco a poco, el tejido se inflama, el área se vuelve dolorosa al tacto y, si la infección avanza, puede aparecer pus.

Cómo se produce un uñero: ejemplos cotidianos
La puerta de entrada suele ser una herida mínima, casi imperceptible. Algunos ejemplos habituales:
• Recortar la uña demasiado o hacerlo con forma redondeada, dejando un borde que se clava y genera irritación.
• Morderse o manipularse las cutículas.
• El uso de calzado muy ajustado, que presiona de forma constante los dedos.
• Golpes repetidos en actividades deportivas.
• Humedad constante, como ocurre en personas que trabajan con agua o sudan mucho en los pies.

En todos estos escenarios, la barrera natural de la piel se altera y las bacterias aprovechan para colonizar el tejido.

Cómo evoluciona un uñero
Su desarrollo suele seguir un patrón reconocible:

1. Fase inicial: enrojecimiento y dolor leve.

2. Fase inflamatoria: tumefacción, mayor sensibilidad y calor local.

3. Fase purulenta: acumulación de pus, dolor pulsátil y dificultad para apoyar o mover el dedo.

4. Fase de complicación: el pus puede extenderse bajo la uña, la infección se profundiza y el tratamiento doméstico deja de ser suficiente.

Identificar estas fases es clave para actuar a tiempo.

Qué hacer en casa ante un uñero inicial
Cuando las molestias son leves y no aparece pus, es razonable iniciar cuidados básicos:
• Agua tibia con sal (baños locales): sumergir el dedo afectado 3 veces al día durante 15 minutos ayuda a desinflamar y facilitar el drenaje natural.
• Mantener la zona limpia y seca: el exceso de humedad favorece el crecimiento bacteriano.
• Evitar manipular la cutícula: nada de cortar, retirar piel o intentar “liberar” la uña uno mismo.
• Anti-inflamatorios de uso tópico o vía oral (si procede): ayudan a reducir dolor e inflamación.

Si el origen está en una uña mal cortada, es fundamental no intentar “rescatarla” metiendo tijeras o levantando la lámina. Esa maniobra suele empeorar el cuadro.

Qué hacer si aparece pus
La presencia de pus indica que estamos ante una infección activa. En este punto, la automedicación tiene límites muy claros:
• Mantener los baños tibios para ablandar el tejido.
• Nunca apretar el uñero para intentar vaciarlo: puede extender la infección.
• Aplicar un antiséptico adecuado tras cada baño.
• Usar un apósito limpio, sin ocluir demasiado la zona.

Si el dolor aumenta, la inflamación no cede en 48 horas o el pus continúa acumulándose, lo adecuado es acudir al médico o al podólogo. El profesional valorará si es necesario realizar un drenaje controlado, prescribir antibióticos o corregir la uña encarnada si es la causa principal.

Cuándo debemos visitar al médico o al podólogo
Existen señales claras que indican que el tratamiento doméstico ya no es suficiente:
• Dolor intenso que impide caminar o usar el dedo.
• Pus visible o recurrente.
• Fiebre o malestar general.
• Enrojecimiento extendido hacia el dedo o el pie (celulitis).
• Personas con diabetes, problemas de circulación o inmunodepresión: deben consultar desde el primer síntoma.
• Cuando el uñero proviene de una uña encarnada y se repite con frecuencia.

El podólogo es clave para corregir la forma de crecimiento de la uña, evitar recidivas y, en casos necesarios, realizar técnicas de ortonixia o pequeñas intervenciones que guíen el crecimiento correcto.

Qué ocurre si un uñero se complica
Si no se trata adecuadamente, la infección puede avanzar hacia los tejidos profundos, generando un absceso o una celulitis que requiere antibióticos por vía oral. En casos muy avanzados, puede verse comprometida la matriz ungueal (la raíz de la uña), provocando deformidades permanentes en su crecimiento.

En la práctica clínica, estos casos suelen aparecer en personas que intentaron drenar el uñero por su cuenta o que utilizaron instrumentos no estériles.

Conclusión del especialista
El uñero es una patología común, incómoda y a menudo subestimada. Su evolución puede ser rápida y su tratamiento temprano marca la diferencia. Mantener una correcta higiene, cortar las uñas de forma recta y evitar presiones innecesarias sobre los dedos son medidas preventivas esenciales. Y siempre que haya signos de infección avanzada, dolor intenso o pus persistente, la consulta con un profesional sanitario es la decisión que garantiza una recuperación segura.

El bienestar comienza por los pequeños detalles, y la salud de nuestras uñas también forma parte de esa atención integral.