Con la llegada del invierno, los virus respiratorios se convierten en los protagonistas indeseados de la temporada. Pero aún hoy, muchas personas confunden el resfriado común con la gripe, dos infecciones que, aunque comparten síntomas, tienen causas, tratamientos y niveles de gravedad muy diferentes.

Resfriado o gripe: ¿en qué se diferencian?
El resfriado común es una infección leve causada por virus como el rinovirus o el coronavirus estacional. Sus síntomas suelen ser moderados: congestión nasal, estornudos, leve dolor de garganta y algo de tos. En cambio, la gripe está causada por el virus de la influenza y suele presentarse de manera súbita, con fiebre alta, dolores musculares intensos, escalofríos, cansancio extremo y, en ocasiones, complicaciones respiratorias.

Mientras el resfriado se “lleva en los bolsillos” durante unos días, la gripe puede tumbar incluso a las personas más fuertes.

Duración y tratamiento
Un resfriado suele durar entre 5 y 7 días, aunque la tos puede alargarse algo más. La gripe, en cambio, puede prolongarse hasta dos semanas y requerir reposo absoluto.
Ninguna de las dos enfermedades tiene cura específica, ya que los antibióticos no actúan contra los virus. El tratamiento se basa en aliviar los síntomas: hidratación, descanso, analgésicos y antipiréticos bajo recomendación médica.

Prevención: el escudo invisible del invierno
La mejor forma de evitar la gripe es la vacunación anual, especialmente en mayores, embarazadas o personas con enfermedades crónicas. Además, es fundamental mantener una buena higiene de manos, ventilar los espacios cerrados y evitar el contacto directo con personas enfermas.

Cuándo acudir al médico
Conviene consultar con un profesional si la fiebre supera los 38,5 °C durante más de tres días, si aparece dificultad respiratoria, dolor en el pecho o si los síntomas empeoran tras una aparente mejoría. En personas vulnerables, cualquier signo de complicación debe ser atendido de inmediato.

Desde el punto de vista médico
Aunque el resfriado y la gripe se confunden fácilmente, su manejo no debe tomarse a la ligera. En Central Médica recordamos que una valoración profesional permite descartar infecciones secundarias y adaptar el tratamiento a cada caso. Conocer la diferencia entre ambos cuadros no solo ayuda a cuidarse mejor, sino también a proteger a quienes te rodean.